viernes, 25 de enero de 2008

PALMADITAS EN LA ESPALDA


Una forma de decir lo indecible


Una práctica común de los empleadores que poseen trabajadores en condiciones precarias es darles cada cierto tiempo un reconocimiento simbólico y/o una promesa de futuros promisorios, sea en un escenario público o privado.

En una sociedad en que los procesos de individuación han sido efectivos y estamos cada vez más aislados, recibir este tipo de mensajes generalmente se agradecen. No obstante, lo problemático está en que cuando dichas palabras se escuchan una y otra vez, en voces de distintos empleadores, y se observa que ellas no van acompañadas de un cambio acorde en las condiciones objetivas-materiales de desempeño laboral, ellas empiezan a perder sentido y hacen fácil la tarea de reconocerles como un mecanismo estandarizado por los empleadores de nuestro capitalismo neoliberal para retener a estos trabajadores y no sólo obtener la plusvalía de su trabajo, sino que disfrutar de los frutos de su trabajo a precios muy inferiores a los acordes para esas mismas funciones en otras esferas laborales con mayor reconocimiento institucional.

Esta reflexión puede encontrarse en muchos tiempos, soportes y lenguajes, sean éstos últimos técnicos, científicos o coloquiales, lo importante es analizar el fenómeno y desprender acciones consecuentes a dicho análisis. Conforme a lo expuesto se entiende que dichas palmaditas en la espalda son una forma de decir lo indecible para los empleadores: el que no están interesados en las condiciones laborales de sus trabajadores y menos aún por mejorarles. Con todo, no se aspira a dejar de desempeñarse como trabajadores flotantes, es lo que hay, y los aspectos buenos de esta condición también son significativos, lo relevante es no caer en el juego de las adulaciones y promesas etéreas que no poseen ni montos, ni plazos, ni responsabilidades, ni fechas, lo relevante es hacer el trabajo acordado, hacerlo con dignidad y no esperar favores de dichos empleadores. Las mejoras se luchan, como le hicieran hace poco más de 100 años en Iquique-Chile, como lo hacen todos los días las organizaciones de trabajadores y trabajadoras. Con todo, organizarse como flotantes se perfila como un paso significativo y he aquí un aporte.

Américo

2 comentarios:

verde dijo...

Tengo una radio on line, que cada vez reconoce más mis gustos. Y justo cuando leía este correo comienzo a escuchar "El Pueblo Unido de Quilapayún", así que aquí estoy, trabajando gratis. Aprendiendo, feliz, pero sin plata ni pa' la micro. total caminar hace bien. Nada en contra de mi empleador, pero si me caigo del terraza del patio donde trabajo ¿quién responde por mí?. No tengo Isapre, no tengo AFP, le debo plata a la U. etc.

Zorro Network dijo...

Para Andrea:

El trabajo gratis no existe, de hecho cuando tu trabajas " gratis" es realidad eres tú quién asumes los costos fijos y variables del acto.
En ese escenario, tú estás subvencionando a tu empleador, pues de otra forma él debiera cancelar esos costos.
Así que si ese es el caso, enora buena te has convertido en socia de su negocio, así que exige tus dividendo en esa sociedad.

Saludos